Con una población algo menor que Madrid, la pequeña isla de Jamaica es, sin embargo, la factoría de donde salen los mejores atletas de velocidad del planeta. Allí todos los niños sueñan con ser como Usain Bolt, Asafa Powel o Shelly-Ann Fraser-Pryce. Entre tanto talento natural, hacerse un hueco en el equipo olímpico del diminuto país es casi un milagro.
No vayas a vender helados a los esquimales
Esto es lo que debió pensar George Fitch, un diplomático en la embajada estadounidense en Kingston, cuando se le ocurrió la descabellada idea de llevar al país caribeño a los Juegos de Invierno de Calgary en 1988. Con poco más de 90 mil dólares de su propio capital y un trineo de segunda mano, reclutó a un grupo de atletas del ejército y los puso a entrenar bajo la tutela de un especialista en bobsleight. Tras una breve instrucción, trasladó al equipo a Austria para competir en una carrera clasificatoria para los Juegos. Sorprendentemente derrotaron a más de diez contrincantes y fueron admitidos para la cita olímpica.
La noticia de su participación multiplicó por diez la venta de habitual de entradas en la pista de Calgary. Pese a la curiosidad generada, la actuación de los jamaiquinos estuvo a punto de acabar en tragedia cuando en la tercera vuelta, el trineo volcó aparatosamente. Afortunadamente no hubo que lamentar ninguna desgracia personal y el carácter de los isleños arrancó el aplauso y las simpatías del público.
La notoriedad es oro
La repercusión en los medios de comunicación fue enorme y tras la aventura canadiense, Fitch fue llamado por Disney para hacerse con los derechos de la historia. La gesta queda retratada en la película de 1994 Elegidos para el triunfo (Cool Runnings) que recaudó algo más de 150 millones de dólares en todo el mundo.
Desde entonces, Jamaica ha seguido compitiendo en la especialidad olímpica, derrotando en ocasiones a países con tradición en la prueba y demostrando la teoría de Fitch de que los buenos atletas son capaces de prosperar en cualquier deporte. Pese a no haber conseguido jamás un título, el equipo caribeño es un clásico de los Juegos de Invierno y una de sus principales atracciones, tanto para los aficionados, como para los medios de comunicación y demostrando así, que en ocasiones no es tan importante ser el mejor, como ser la excepción.
El ejemplo del equipo de Jamaica nos inspiró en la línea estratégica para la creación de la marca Bodegas Habla, tal como se refleja en su cobertura mediatica posterior.