Hasta hace poco se pensaba que el cliente de un restaurante analizaba su carta como quien leía un periódico en papel y en esa creencia se diseñaban los menús atendiendo a los criterios de jerarquía propios de los diarios. En un periódico la lectura nunca es lineal, sino que la vista salta de una cosa a otra según su capacidad de captar la atención. Es por ello que las páginas derechas resultan más costosas a la hora de contratar espacios publicitarios; la razón es porque la vista se fija primero en ellas. De igual modo, las noticias a varias columnas o con titulares de mayor tamaño se entiende que son de mayor relevancia.
Las técnicas de eye-tracking nos enseñan que la forma de leer anuncios, revistas o periódicos se parece mucho a cómo se mira a un cuadro del renacimiento.
Siguiendo esta lógica, los menús de restaurantes se han venido diseñando siguiendo el recorrido visual que parte de un primer foco de atención en el centro de la página derecha, para después ir saltando hacia el resto de elementos más significativos del conjunto.
Sin embargo, un estudio de 2012 de la profesora Sybil S. Yang, de la Universidad Estatal de San Francisco donde dirige un laboratorio de eye-tracking aplicado a hostelería y turismo, demostró mediante grabaciones en vídeo y técnicas de eye-tracking, que la forma en la que estudiamos el menú de un restaurante es bien distinta y se parece mucho más a la manera en la que leemos los textos de un libro.
No existía un punto de atención principal, si bien la vista volvía a esa zona caliente del centro superior de la página derecha, normalmente donde se encontraban los platos de pasta. De forma contraria, la vista prácticamente no se detenía, incluso evitaba el apartado de las ensaladas y directamente ignoraba la información relativa al restaurante.
Las conclusiones que se desprenden del estudio de la profesora Yang denotan que el diseño de menús ha tomado referentes erróneos: el periódico o los anuncios publicitarios en lugar del libro. La lectura basada en puntos de atención, frente a la lectura secuencial propia de los libros.